La brecha digital es la diferencia que existe entre las personas que tienen acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y las que no. Esta brecha puede afectar el desarrollo económico, social, educativo y cultural de una sociedad, y generar desigualdades e injusticias.
En Argentina, la brecha digital es especialmente marcada entre las ciudades y los pueblos del interior del país. Según el censo nacional, realizado en 2010, el 75% de los hogares urbanos tiene acceso a internet, mientras que solo el 20% de los hogares rurales lo tiene. Además, el 90% de los hogares urbanos tiene computadora, frente al 37% de los hogares rurales. Hoy en día, el panorama no es muy diferente.
Estas cifras muestran que hay una gran parte de la población argentina que está excluida de los beneficios que brindan las TIC, como la educación a distancia, el teletrabajo, la telemedicina, el comercio electrónico, el acceso a la información y al entretenimiento, entre otros.
¿Qué se puede hacer para reducir esta brecha digital? Algunas posibles soluciones son:
– Ampliar la infraestructura de conectividad en todo el territorio nacional, especialmente en las zonas más aisladas y vulnerables.
– Promover el acceso asequible y de calidad a los servicios de internet y telefonía móvil, mediante subsidios, tarifas sociales o planes inclusivos.
– Fomentar la alfabetización digital de la población, especialmente de los sectores más desfavorecidos, mediante programas educativos, capacitaciones y campañas de concientización.
– Impulsar el desarrollo de contenidos digitales locales y relevantes para las necesidades e intereses de las comunidades rurales.
– Apoyar el emprendimiento y la innovación basados en las TIC, como una forma de generar oportunidades laborales y de desarrollo local.
Si no se toman medidas urgentes para cerrar la brecha digital en Argentina, las consecuencias pueden ser graves. Por un lado, se puede profundizar la exclusión social y económica de una gran parte de la población, que quedaría rezagada frente al avance tecnológico. Por otro lado, se puede perder la diversidad cultural y el potencial creativo de las comunidades rurales, que no podrían expresarse ni participar en el espacio digital. Finalmente, se puede afectar la soberanía nacional y la democracia, al depender cada vez más de las grandes corporaciones extranjeras que dominan el mercado de las TIC.
Por todo esto, es necesario que el Estado, el sector privado y la sociedad civil trabajen juntos para garantizar el derecho a la comunicación y a la información de todos los argentinos y argentinas, sin importar dónde vivan. Solo así se podrá construir una sociedad más justa, inclusiva y diversa.